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Análisis de Atlas Fallen

Lo bello del desierto es que en algún lugar se esconde un pozo

Atlas Fallen es lo nuevo de Deck13 Interactive, creadores de juegos como The Surge, Lords of the Fallen (2014), entre otros. Y distribuido por Focus Entertainment. Atlas Fallen salió el pasado 10 de agosto para Xbox Series X|S, PS5 y PC. En el día de hoy vamos a desgranar el título y contar tanto las cosas que nos han gustado como las que no. Antes de empezar, conviene mencionar que este análisis es posible gracias a Plaion, que nos ha cedido una clave para PC.

Thelos, un Dios cruel

El universo que han construido en este juego es intrigante. Presenta un mundo gobernado por una reina al servicio de un dios llamado Thelos, en un sistema religioso que mantiene a la mayoría de la humanidad esclavizada. Los no nobles ni soldados son sacerdotes que persiguen y veneran, mientras que el resto son denominados como los «sin nombre», caracterizados por su oficio o rasgo distintivo. Su vida se dedica a extraer la esencia, una arena ofrecida en tributo a la deidad, cuyo ejército de monstruos asola la tierra.

El o la protagonista, o sea, nosotros (donde nos podemos personalizar en un menú que no tiene mucha variedad), son de este grupo desfavorecido. Encarnamos a un individuo sin nombre que viaja en una caravana controlada por soldados. Durante una tormenta de arena causada por monstruos, nuestro protagonista encuentra un guantelete con el espíritu atrapado de un ser poderoso. A lo largo de la travesía, esta entidad nos otorga habilidades en evolución constante, con la misión de acabar con el dios opresor y la esclavitud.

La trama tiene potencial, pero no se explora plenamente. Aunque presenta mimbres interesantes, la historia carece de originalidad y a menudo resulta previsible. En ciertas misiones secundarias, se ofrece información valiosa sobre la construcción del mundo. Sin embargo, en general, la narrativa parece estar más presente como excusa para la acción que como motivación. A pesar de esto, el juego intenta ofrecer opciones de diálogo en los campamentos para simular elementos de un juego de rol.

La historia no es revolucionaria, tampoco intenta serlo. Los dioses que mantenían el equilibrio en el mundo se enfrentan debido a diferencias sobre la humanidad, lo que resulta en la ruptura del equilibrio. El jugador asume el papel de un humano común que descubre un arma ancestral fragmentada, el guantelete, con la tarea de restaurar su poder para corregir la devastación provocada por los dioses. A lo largo del viaje, se encuentran personajes diversos, desde compañeros hasta caballeros caídos y reinas.

Aunque la trama carece de originalidad, tiene un lore que puede resultar intrigante. La historia no pretende ser más que una razón para enfrentarnos a desafiantes monstruos. Las historias secundarias, a pesar de ser en su mayoría anecdóticas, aún ofrecen casos interesantes.

Un combate lejos de ser perfecto

Este juego, en esencia, se trata de acción y plataformas. El guantelete otorga poderes relacionados con el salto y el desplazamiento, permitiéndonos impulsarnos en el aire y desplazarnos con rapidez por las dunas del mundo. Durante los saltos por las estructuras derruidas de los mundos abiertos, así como en las ciudades y en los combates, los poderes de desplazamiento añaden un toque dinámico al juego.

Las armas principales del guantelete son el hacha, el látigo y los puños. A medida que mejoramos el guantelete, se transforma y mejora su potencia. Aunque el sistema de combos es simple, la gestión del ímpetu y las habilidades activas y pasivas se sienten como elementos muy divertidos. La barra de ímpetu se divide en secciones, lo que afecta tanto a nuestras armas como a la dificultad de los enemigos. Usar la fragmentación vacía la barra, ofreciendo ataques poderosos y la oportunidad de cambiar el curso de los combates.

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El combate es satisfactorio, y aunque el sistema de armaduras y la progresión del personaje son básicos, las habilidades y el ímpetu añaden complejidad. Sin embargo, las sensaciones del combate a veces son deficientes, los golpes carecen de peso y los enemigos a menudo no reaccionan como deberían. Además, la variedad de monstruos es limitada, con la reutilización de jefes y bestias.

El guantelete es la piedra angular de la jugabilidad. Nos permite saltar, deslizarnos por las dunas y desenterrar objetos. Conforme lo mejoramos, accedemos a habilidades especiales y armas como hachas, látigos y puños. El sistema de combate es personalizable y combina ataques, defensa y curación basados en la barra de ímpetu. La habilidad «Piel de Arena» permite petrificar enemigos, lo que es útil en situaciones complicadas.

El desplazamiento es una parte destacada, pero las sensaciones al jugar no siempre son óptimas. Los combates son emocionantes, aunque a veces carecen de empaque. Los jefes finales son imponentes y las peleas varían al centrarse en sus partes y sus patrones de ataque. La progresión a menudo se siente apresurada, aunque la mecánica de obtención de esencias es gratificante.

La aventura en Atlas Fallen puede volverse repetitiva a pesar de su duración, de unas 12 horas. El endgame se basa en enfrentar versiones más fuertes de los mismos enemigos y completar contenidos opcionales.

Bonito estéticamente, pobre en lo sonoro

Los problemas técnicos son notorios y afectan a la experiencia. Aunque hay momentos visuales atractivos, las texturas, los modelos y especialmente las animaciones son de baja calidad. El diseño de sonido también es deficiente, con falta de impacto en los ataques y errores en las escenas cinematográficas. El mundo a veces se siente genérico y el diseño de sonido contribuye a la falta de inmersión. El apartado sonoro es normal y los subtítulos en español tienen errores de sincronización.

Artísticamente, destaca por su ambientación medieval y toques apocalípticos, aunque algunos elementos parecen genéricos. Los contrastes entre bosques, ruinas y desierto son atractivos, y el mundo conserva color y luz a pesar del apocalipsis en curso.

El juego se compone de varios mapas de tamaño pequeño-mediano, lo que facilita la exploración sin volverse demasiado pesada. Aunque la destrucción de ciertas torres cambia el horizonte, recorrer las mismas arenas repetidamente puede restar interés al juego. En general, Atlas Fallen presenta aspectos visuales interesantes y ofrece una experiencia de exploración entretenida, a pesar de los problemas técnicos y la repetitividad en algunos aspectos.

Conclusión final

El juego no es para nada malo, pero sí me da la sensación de que se queda a medias en prácticamente todos los aspectos, lo que es una verdadera lástima viendo el potencial del juego. El rendimiento en PC, en mi caso, ha sido bastante bueno, a penas he tenido bajadas de fps, jugando con todo en medio a 1080p y 60 fps, pero sí he tenido algunos crasheos.

La duración del título, en mi opinión, tiene una duración perfecta, me ha durado alrededor de 12 horas y completando todo puede estirarse hasta las 20. La pega es que el combate, en las últimas horas, se siente repetitivo y quieres ir rápido para quitárselo de encima.

A pesar de presentar un universo intrigante, no logra aprovechar completamente su potencial narrativo, resultando en una trama que carece de originalidad y a menudo se siente previsible. A pesar de esto, el juego ofrece un mundo bien construido, gobernado por una reina servidora de un dios opresor. Atlas Fallen se queda en un producto que, aunque tiene sus puntos fuertes, en su conjunto se percibe como mediocre.

Toni Galera

Director adjunto en HelGames. Me gusta Fable y Fallout, está siendo una época dura. Amante de los juegos de Obsidian y Arkane (D.E.P).

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