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Análisis: Roadwarden

La vida en los caminos no es fácil. La soledad y la tensión que se acumula junto a la falta de recursos se acrecienta cuando nos enfrentamos a lo desconocido. La vida puede acabar en un segundo si nos descuidamos, pues el mundo se encuentra lleno de peligros. Pero, al menos, estamos preparados para enfrentarnos a cualquier cosa, aunque…  ¿Realmente lo estamos?

Roadwarden, desarrollado por Moral Anxiety Studio y editado por Assemble Entertainment, nos pone en la piel de un “roadwarden”, es decir, un “guardián de los caminos” que debe explorar una península y, grosso modo, apoyar a los habitantes en la medida de lo posible. Este se configura como un juego de rol basado en texto en el que cada decisión que tomamos puede cambiar el rumbo de nuestra historia.

El pixel-art junto a la buena ambientación sonora ameniza la lectura de textos.

Vivir en rol escrito

Como he mencionado anteriormente, en Roadwarden nos sueltan en una península con la misión de realizar una expedición de reconocimiento, apoyo y búsqueda, pues el anterior guardián ha desaparecido. Sin más información que esa, deberemos elegir nuestro oficio, ya sea guerrero, mago o estudioso. En mi caso elegí estudioso, pues, aunque sus dotes en el combate son, prácticamente, inexistentes; si ofrecía un amplio abanico de opciones de diálogo de investigación y un gran conocimiento de los recursos naturales.

Aquí el conocimiento es poder, por lo que debemos hablar y mucho. Recordemos que esto es una aventura de rol por texto, aunque está apoyado de una serie de ilustraciones de los escenarios en un pixel-art bastante logrado con tonos ocres que sustenta nuestro viaje, ofreciendo una visión global del escenario en el que nos encontramos.

Durante nuestro viaje encontraremos multitud de localizaciones a las que accederemos a través de un minimapa. Estas pueden ser aldeas, puestos de avanzada, cuevas o, simplemente, localizaciones de interés. A lo largo y ancho del mapa conoceremos multitud de personajes con los que entablaremos conversación. Es aquí donde Roadwarden hace acto de presencia.

Debemos utilizar las conversaciones para investigar detalles de la zona a la que, por seguro, nos enfrentaremos en un futuro, al igual que de las distintas facciones de la península. Por esto debemos intentar no perder detalles y agotar todas las líneas de diálogo para que, diferentes informaciones, se nos guarden en nuestro diario.

El mapa y las distintas localizaciones se muestran claramente junto al tiempo que se tarda en ir de una a otra.

La barrera del idioma

No me suele gustar, y creo que nunca lo he hecho, mencionar cosas como el idioma a la hora de tratar un videojuego porque, considero que, con sus más y sus menos, suele haber un nivel más o menos básico en los juegos que no llegan traducidos a nuestro idioma. Lástima, pues no es el caso de Roadwarden. El detalle de las conversaciones, tanto por el diálogo en sí, como por las extensas explicaciones de narrador para ofrecernos una visión amplia de la situación, se encuentran escritas con mucho detalle. La única pega, que no es algo malo per se, es que el estilo de escritura utiliza multitud de cultismos y de expresiones más “pueblerinas” que, por momentos, dificulta mucho la comprensión a aquellos no habituados a leer en inglés.

Quiero avisar de que esto no es algo negativo en sí, pues Roadwarden de lo que menos adolece es de escritura, pero si es verdad que veo necesario avisar de que me ha resultado difícil abordar este título por la barrera del idioma. Además, que en algunos textos me he encontrado con el traductor de Google abierto más de lo necesario.

En nuestro inventario tendremos todo nuestro equipamiento y útiles para seguir avanzando.

La gestión directa e indirecta

En Roadwarden, durante nuestra aventura, nos vamos encontrando diferentes útiles y objetos, además de equipamiento, con el que, más tarde o más temprano, solventaremos las diferentes crisis y situaciones que nos plantea el videojuego.

El problema, si es que podemos llamarlo así, es que nosotros, a menudo, no elegimos los objetos que podemos y no podemos usar, pues la situación determina todo. Por ejemplo, si nos bajamos de nuestra montura y nos adentramos en un edificio abandonado en el que, por casualidades de la vida, hay un grupo de goblins, no podremos utilizar herramientas y objetos que hayamos dejado en el caballo en un primer lugar.

Esto dificulta mucho las resoluciones porque nunca sabemos cómo se puede tornar cada situación ni, en el caso de entrar en una tienda a comprar, qué podríamos emplear para qué situación. Esto hace que debamos improvisar y mirar nuestra bolsa de monedas (a menudo escasa) para gastar y obtener aquello que veamos más prácticos, ya sea una lámpara, flechas u objetos curativos.

Por supuesto, los objetos no lo son todos. Tanto la clase con la que iniciemos, como nuestro equipamiento y las elecciones (tanto malas como buenas) determinarán nuestro éxito a la hora de solventar los encuentros con bandidos, criaturas e incluso accidentes geográficos. Por este motivo, en algunas opciones que se nos dan aparecerá un dado a la izquierda que ejemplifica la aleatoriedad del suceso.

El “Diario” será nuestro fiel aliado, pues en este se recogerá toda la información que recabemos.

Tanto en el día como en la noche

Roadwarden transcurre en un lapso de máximo 40 días en los que deberemos desentrañar todos los secretos de la península y ayudar a cuantos más mejor. No hay un objetivo claro más allá que el de explorar y encontrar al “roadwarden” perdido, por lo que, todo lo que hagamos a partir de ahí, corre a nuestra cuenta y riesgo.

La libertad total, a menudo, abruma, por lo que, a lo largo de esta “cuarentena” se nos irán registrando las aventuras, misiones secundarias, principales, objetivos e incluso un índice con criaturas y personas que iremos conociendo en nuestro Diario. Esto es lo más importante a tener en cuenta a la hora de abordar este título, pues carecemos de marcadores de misión y, por supuesto, recordatorios. Si un personaje nos avisa un día tres de que, en siete días, le puedes escoltar a un pueblo cercano a cambio de información o recursos, más vale que te acuerdes, porque el juego no lo hará por ti.

Además de esto, tendremos una serie de indicadores de estado (hambre, salud, apariencia…) a los que prestar atención, pues, sin dormir, comer y asearnos, será difícil, sino imposible, seguir vivos para ver el próximo día. Lo mejor, por lo tanto, es primero tener cuidado con la hora, no vaya a ser que llegue la noche y nos quedamos en total oscuridad a merced de las criaturas de la noche; segundo, tener localizadas las posadas o lugares de reposo más cercanos para regresar antes de que anochezca y, aparte de comerciar, a menudo, con los recursos obtenidos, gastar un par de monedas para tener un cobijo decente y poder comer y asearnos para enfrentarnos al día siguiente con un poco más de ánimo.

Ciudades, aldeas, cuevas y tumbas. En la península encontraremos de todo.

Conclusión final

Roadwarden es un juego difícil, ya no solo por el acceso al idioma (por desgracia, actualmente solo se encuentra en inglés) y que es un juego de rol por texto, que conforma un nicho de mercado no muy amplio; sino por la cantidad de elementos a tener en cuenta que nos pueden costar algún que otro disgusto.

Si vuestro inglés tiene un nivel decente y os gustan las aventuras de rol de texto, es vuestro juego. Es prácticamente lo más parecido a un libro interactivo ilustrado. Todo el apartado de gestión y conversaciones está realizado con mucho mimo, aunque la extrema dependencia por el diario puede echar para atrás a más de uno.

Roadwarden se encuentra disponible en Steam, solo en inglés.

Ángel Lostes

Un músico sin beneficio que escribe textos en sus ratos libres para paliar ciertos momentos de crisis existencial.

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